Katarina voluntaria eslovaca y su experiencia en la Casa Don Bosco de Lares

Me  llamo Katarina y he tenido una experiencia muy bonita e inolvidable en Perú con mi esposo Martín.  Hemos trabajado 10 meses como voluntarios en un pequeño pueblo de Perú llamado Lares.

 

Todo  empezó en el año 2010 durante nuestra preparación como voluntarios misioneros en Eslovaquia. Mi sueño más grande, era viajar a África al finalizar mis estudios,  para trabajar con los niños y niñas que lo necesitan. Por eso, en mi último año de estudios  empecé a prepararme con los Salesianos de Eslovaquia para la experiencia misionera. En el primero encuentro escuché, que hacía tiempo había una voluntaria trabajando en Perú. Desde este momento yo ya quería ir a Perú.

 

La preparación duró un año. Durante este año, los voluntarios y las voluntarias conocen su misión, buscan la voluntad de Dios, buscan el país donde quieren ayudar y también conocen otros jóvenes que piensan lo mismo. Yo conocí a Martín, mi amigo más grande y que ahora es mi esposo. Nos parecía muy difícil vivir solos tan lejos uno del otro  -yo en Perú y Martín en Eslovaquia- por eso, decidimos aplazarlo,  pensando “si es Su voluntad, podemos irnos juntos después”; y era Su voluntad. Después de 14 meses de habernos casado ya como esposos, hemos viajado a lo largo del desconocido mundo para nosotros.

La experiencia de nuestra misión resultó muy complicada, pues los primeros meses fue un poco difícil acostumbrarnos, por el cambio de clima, vida y demás. Para mí,  la impresión vivencial más fuerte, fue ver cómo viven las gentes allí en las montañas. Su vida es muy simple. No necesitan tanto como nosotros. Tienen su familia, su casa, su chacra y sus animales. Nosotros pensamos que son muy pobres, pero ellos como no conocen mucho sobre  otros tipos de vida, no lo piensan así.

 

Lo más bonito era vivir en la casita de Domingo Savio con los niños y niñas, que nos ha enseñado tanto y tantas cosas sobre la vida. Estos niños y niñas, tienen una preparación fuerte para vivir. Nosotros estábamos en la casita para ayudarles en cosas que necesitaban, mayormente en sus estudios. Pero lo más importante para nosotros era vivir con ellos como sus amigos,  como sus hermanos. El tiempo más bonito, era tiempo de oración. Cada mañana empezábamos los días juntos en la capilla con Jesús y María,  pidiendo y dando gracias por el nuevo amanecer.

 

¡Todo eso se queda en nuestros corazones!

 

Ahora ya estamos en nuestro país, en Eslovaquia, que está tan lejos de Lares. Pero hemos regresado con el regalo más grande que podríamos tener, con nuestro bebe. Ya sabemos que a nuestra hija le vamos a ensenar mucho sobre los niños y niñas de ese lugar, y si Dios quiere, regresaremos los tres a Lares.

 

Queremos dar las gracias por esta experiencia a todos los niños y niñas, a todos los Padres que les apoyan, a todas las gentes que piensan en ellos  y ayudan allí. Gracias a Dios que siempre está con nosotros.  

Testimonios de nuestros voluntarios